"No nos damos cuenta de que el Evangelio no es un libro de religión, sino un proyecto de vida para humanizar este mundo. En Jesús, Dios – al encarnarse – se humanizó. Por eso sus tres grandes preocupaciones fueron la salud de los enfermos, la comida de los pobres y las relaciones humanas."
(José Ma. Castillo, teólogo jesuita español).
“No logro entender qué Biblia leen quienes dicen que no se deben mezclar religión y política” (Desmond Tutu, clérigo anglicano de La Nación del arcoiris -Sudáfrica-.)
Desde espacios como éstos - y tal como se volvió a acordar en el reciente encuentro de Casa de oración y reflexión- queremos dar cuenta cabalmente de que el Proyecto liberador de Jesús tiene que mostrarse en los casos concretos que nuestra gente vive y padece.
En este tiempo de cuaresma -como decíamos en una entrevista de los medios de comunicación zonales y provinciales que se solidarizan con llevar esta voz a quienes deben acercar respuestas y soluciones- podríamos pensar también en el “Vía crucis” que Ovidio padeció antes de morir, y que fue acompañado por la desesperada impotencia de su madre.
Ese Vía crucis al que nos condena la Política cuando en esos lugares de poder no está como elección primera la que Jesús hizo: la de ponerse del lado de los que menos tienen, de los olvidados, de los marginados. Concretamente, en nuestro caso: del lado de los pueblos del norte, donde el hecho de que la cantidad de votos no sea decisiva no debiera pesar más que la dignidad de las personas. Esa política de intereses mezquinos, la de las tradiciones enviciadas que no se piensan, la de las peleas por los cargos y las fotos mentirosas y las operaciones para conseguir los fines sin importar los medios, la del clientelismo que se alimenta desde arriba cuando se lo necesita y se cuestiona después cuando incomoda - señalando a los pobres como culpables de su propia pobreza, como si fuera un pasatiempo placentero sobrevivir pidiendo- : ¡todo eso que nos es tan común está tan lejos de ese mensaje que Jesús nos trajo con su vida y con su muerte! Por eso sentimos que es obligación cristiana “organizar la indignación” que esta muerte nos provoca, transformar el luto en fuerza para que quienes quieran hablar lo puedan hacer sin temores, respetuosa y sinceramente, seguir alimentando y empujar los cambios desde abajo.
Ese Vía crucis al que nos condena la Política cuando en esos lugares de poder no está como elección primera la que Jesús hizo: la de ponerse del lado de los que menos tienen, de los olvidados, de los marginados. Concretamente, en nuestro caso: del lado de los pueblos del norte, donde el hecho de que la cantidad de votos no sea decisiva no debiera pesar más que la dignidad de las personas. Esa política de intereses mezquinos, la de las tradiciones enviciadas que no se piensan, la de las peleas por los cargos y las fotos mentirosas y las operaciones para conseguir los fines sin importar los medios, la del clientelismo que se alimenta desde arriba cuando se lo necesita y se cuestiona después cuando incomoda - señalando a los pobres como culpables de su propia pobreza, como si fuera un pasatiempo placentero sobrevivir pidiendo- : ¡todo eso que nos es tan común está tan lejos de ese mensaje que Jesús nos trajo con su vida y con su muerte! Por eso sentimos que es obligación cristiana “organizar la indignación” que esta muerte nos provoca, transformar el luto en fuerza para que quienes quieran hablar lo puedan hacer sin temores, respetuosa y sinceramente, seguir alimentando y empujar los cambios desde abajo.
En este tiempo también es necesario recordar a Alberto Galarza -“El Indio”-, un maestro desaparecido por la última Dictadura cívico-eclesiástica-militar que nació a cien kilómetros, en Tartagal, y trabajó en nuestra escuela Primaria. Entre una de sus múltiples actividades como maestro comprometido y militante, formó la Asociación de Pueblos Olvidados (APO) y llevó los reclamos del norte de Santa Fe a la capital. Esos reclamos de hace más de treinta años son muy parecidos o los mismos del presente, y eso no es casualidad: agua potable, caminos transitables pese a las lluvias, hospital con todos los elementos necesarios no sólo para aliviar dolores sino -vaya utopía- para tratar y curar las enfermedades… Recordar al “ Indio” es hacer ese viaje de la memoria viva: el que nos lleva y nos trae con la fuerza de la lucha contra las injusticias de cada día.
Por eso marcamos que en este tiempo de encuentro con Dios y con nosotros mismos el camino no puede ser otro que el de levantar la cabeza y comprometernos en marchar junto con quienes más padecen estas políticas des-cuidadoras que no nos muestran ni amor ni respeto ni compasión, sino que nos hacen vivir en medio de todo lo contrario. Oraremos pues con el mazo en la mano, en Dios confiando y mientras tanto, trabajando.
Referentes Laicas de la Casa de Oración y Reflexión
Los Amores | Vera - Santa Fe
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